La Osa Mayor es una de las constelaciones más importantes de nuestros cielos en el hemisferio norte. No en vano, muchas han sido las civilizaciones que han querido dar una explicación esta constelación. Es curioso que para algunas de las civilizaciones de la época clásica como árabes, fenicios o iroqueses (sin ningún contacto directo de manera física o intelectual) eligiesen al mismo animal, el oso, como parte del relato de esta constelación. Hoy veremos la mitología que hay detrás de esta constelación según la cultura griega.
Era un caluroso día de verano cuando Zeus se enamoró de una joven ninfa, doncella de la diosa Artemisa (Diana), llamada Calisto. Sin dudarlo, Zeus se disfrazó de Diana para acercarse a ella y así poder pasar tiempo íntimo. Al paso de los días, la doncella cayó en una fiebre terrible que confirmó que estaba embarazada. Diana, que en ese momento se encontraba tomando un baño con sus ninfas, se dió cuenta de lo acontecido y la separó violentamente de su grupo.
Tiempo más tarde, Hera, la esposa de Zeus, descubrió que Calisto había parido a un niño al que llamó Arkas. Entonces, debido a un ataque de celos, Hera no dudó en convertir a Calisto en una osa para el resto de su vida.
Años después, en una calurosa tarde de verano, el joven Arkas decidió dar un paseo en por el bosque. Fue en ese momento cuando Arkas encontró una osa que por miedo de ser atacado intentó matar con su arco y una flechas de punta de oro. Pero Zeus, viendo lo que iba a suceder, corrió a salvar a la que fue su amada, que iba a ser matada por su propio hijo. Se hizo la noche. Más rápido que un relámpago, Zeus se precipitó desde el monte Olimpo, se apoderó de la osa Calisto y se la llevó a través del nocturno firmamento.
Como en el cielo, la gran osa Calisto estaba muy triste porque se encontraba muy sola y no podía estar con su hijo en la Tierra, Zeus arrancó a su hijo Arkas de la Tierra a los cielos, en donde, convertido en un pequeño oso, permanece cerca de su madre... para siempre en forma de estrellas, en lo que más tarde llamaríamos Osa Mayor (Calisto) y Osa Menor (Arkas).
Pero aquí no acaba la desdichada historia. Cuando la todavía celosa Hera los descubrió en el cielo felices, mandó a Poseidón [dios del mar] a que les prohibiera descender hasta el océano, como lo hacían las demás estrellas por el oeste al finalizar cada noche. Ahora ya sabes la verdadera historia de por qué, la Osa mayor y la Osa Menor nunca se sitúan por debajo del horizonte, en lo que hoy llamamos estrellas circumpolares. Pero, al saber de Zeus esta maldición, hizo que la cola de la Osa Menor ayudase por siempre a los hombres en la navegación marítima, haciendo coincidir lo que hoy llamamos Estrella Polar al Norte terrestre. Y así es como una maldición para Calisto y Arkas se convirtió en una bendición para la humanidad.
Jacob Sierra Díaz y Altair
Sección de Ciencias del Universo