La cantidad de alcohol que circula por la sangre es el indicador más objetivo para medir lo borracho que se está. El alcohol, una bebida muy extendida en jóvenes y adultos, que siempre ha estado envuelta en mitos y leyendas falsos. Como bien es sabido por todos, el alcohol se ha llevado a mucha gente por delante (sobredosis, accidentes de tráfico, locuras...). En nuestras manos está beber con responsabilidad y controlar los efectos que esta bebida puede ocasionar.
Por eso, hoy vamos a analizar cinco de los mitos más extendidos sobre el alcohol, demostrando la verdad que esconde cada mito.
MITO 1: El alcohol da energía
El alcohol es un depresor del sistema nervioso. Este reduce la capacidad de reacción, y por lo tanto, la capacidad de hablar, moverse o incluso pensar.
MITO 2: Después de beber alcohol, una ducha o un café despejan o quita la borrachera o minimiza los efectos negativos
El alcohol se encuentra en la sangre. Se puede estar más despejado, pero se seguirá estando ebrio. Una ducha o un café no influye en el nivel de alcohol en sangre.
MITO 3: Quien está más acostumbrado a beber alcohol se emborracha menos
Esto, en términos científicos, significa que la persona que ha desarrollado más tolerancia al alcohol puede mostrar -exteriorizar- menos los efectos. Sin embargo el alcohol llega a la sangre en igual medida, y los aparatos de medida (alcoholímetro) lo detectarán igualmente.
MITO 4: Podemos eliminar el alcohol haciendo ejercicio o vomitando
Cierto es que por estas vías se puede expulsar algo de alcohol. Pero solo se expulsa un 2%, esto es insuficiente para afectar al nivel de alcoholemia o a la borrachera. Además vomitar puede provocar daños severos en los dientes y garganta.
MITO 5: Manteniendo en la boca un chicle, granos de café o haciendo ejercicios de respiración bucales se puede engañar al alcoholímetro.
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