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lunes, 1 de mayo de 2017

La idea del Universo a lo largo de la Historia

No es ningún misterio que el conocimiento sobre el Universo (o cualquier otra rama científica) va evolucionando constantemente. Lo que entendíamos como válido, puede pasar a ser descartado por una nueva teoría. De hecho, en palabras de Carlo Rovelli: "El pensamiento científico se nutre de la capacidad de ver las cosas de manera distinta de cómo las veíamos antes". Hoy veremos un repaso breve y rápido de la concepción del universo a lo largo de la historia de la humanidad.


Concepción del Universo a lo largo de la Historia

El hombre primitivo dio sus primeros pasos intentando descifrar dónde estaba de una forma muy básica (ver siguiente ilustración). Como es lógico, aquel hombre atendía a sus sentidos y a todo lo que veía y observaba del exterior de su caverna. 
  • En la mayoría de culturas primitivas habría claramente dos zonas: cielo y Tierra.



  • Con la primera gran revolución científica, llevada a cabo por Anaximandro hace 26 siglos, la Tierra quedó "envuelta" en un espacio llamado cielo. Es decir, se aceptó que la Tierra es una roca que flota en el cielo (o espacio).



  • Más adelante, Aristóteles da los primeros argumentos científicos para confirmar la esfericidad de la Tierra y de los cielos que la rodean. Esto se reflejó en su libro Sobre el cielo.



  • Llegó la gran revolución científica de la mano de Copérnico tras un periodo oscuro del Medievo. Este autor retoma la idea de los antiguos griegos y define que la Tierra no está en el centro del extraño baile de giros de los planetas. En su lugar se sitúa el Sol. Es decir, nuestro planeta pasa de ser el centro del Universo a ser un elemento más del sistema que gira a gran velocidad sobre sí mismo y alrededor, por supuesto, del Sol.




  • Más tarde, de la mano de los grandes instrumentos de observación, recibimos un golpe de humildad por parte del Cosmos: nuestro Sistema Solar es solo uno entre muchísimos y nuestro Sol es solo otra estrella más del Universo.



  • Según Rovelli (2016), en la década de 1935, los científicos se dan cuenta que nuestra galaxia es solo un micropunto de una gran red de galaxias que se extiende de forma uniforme e infinita por todo el Cosmos. Dentro de cada galaxia hay millones de estrellas como la nuestra, cada estrella tiene planetas y sistemas planetarios que giran a su alrededor, es decir, tenemos primos lejanos allá donde miremos (y mucho más lejanos).

El telescopio espacial Hubble tomó la siguiente fotografía:




A esta imagen le tenemos que añadir una idea muy importante de Albert Einsteinel espacio no es plano, sino curvo. Entonces, toda la trama "universal" que estamos viendo, la tenemos que ver como si fuesen olas del mar. La trama se mueve mediante ondas. En este punto no es difícil pensar que si se agita mucho el "mar universal" pueden aparecer unas especies de portales denominados agujeros negros. Aunque esto solo sea una teoría.




Pero entonces, ¿dónde estamos?

La Vía Láctea es parte de un sistema  o red de galaxias. Este supercúmulo galáctico recibe el nombre de Laniakea ("cielo inconmensurable"). Nuestra Vía Láctea, se encuentra en uno de los extremos de la estructura, tal y como se observa en la siguiente representación artística con un punto rojo.



A día de hoy entendemos que el Universo es una red de galaxias cósmicas que recuerdan bastante a nuestra red neuronal. Existen muchas áreas que se encuentran vacías, pero en otras zonas hay un espectáculo de luz y color. 

A estas regiones se le denomina Supercúmulos Galácticos (como Laniakea). Entendemos que estas son las estructuras más grandes que podemos encontrar en el Cosmos. Pero, ¿dónde empieza una y acaba la otra? Los supercúmulos galácticos se ven atraído hacia un centro espacio-temporal denso que se conoce como el Gran Atractor. Básicamente, conociendo las fuerzas ejercidas en los supercúmulos y su dirección, podemos averiguar los límites de cada supercúmulo galáctico.



Fuente bibliográfica

  • Rovelli, C. (2010). Siete breves lecciones de Física. España: Anagrama. Colección Argumentos.

Jacob Sierra Díaz y Sigma

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