Como en el resto de ramas científicas, las clasificaciones son los pilares fundamentales para entender mucho mejor el mundo. La primera gran labor de los astrofísicos fue la de tratar de clasificar las estrellas. Este primer método fue posible al arduo trabajoo de las múltiples mujeres "calculadoras" de la Universidad de Harvard en el siglo XX. Su principal misión consistió en calcular una gran multitud de datos para clasificar las estrellas que cada noche vemos sobre nuestras cabezas.
Para clasificar estrellas se emplea una técnica denominada espectroscopia. Este método consiste en descomponer la luz en sus distintas longitudes de onda (colores). Cuando se aplica la espectoscopia a una estrella podemos apreciar un arco iris, pero además, también aparecen unas líneas oscuras denominadas líneas espectrales. Dichas líneas proporcionan mucha información relevante, necesaria para elaborar el listado de las estrellas. Las líneas se corresponden con un elemento químico determinado de la tabla periódica y, además, se puede conocer la temperatura, la densidad, la gravedad y el campo magnético de la estrella. En efecto, el espectro de una estrella equivale a su ADN. Esta es la única forma de conocer las propiedades de los cuerpos celestes sin necesidad de ir a visitar el astro objeto de estudio. Entonces, las estrellas se han clasificado (y se sigue haciendo) según las características de sus espectros. No obstante, hay dos clasificaciones distintas pero complementarias para conocer la naturaleza de cada estrella.
Clase espectral
La primera categoría que se establece es la de las clases espectrales, principalmente establecida por el conjunto de líneas espectrales del astro. De aquí se extrae la información de su temperatura superficial.
Para ello, se emplea un sistema de siete letras (que podrá cambiar con el paso del tiempo): O - B - A - F - G - K - M, tal y como se muestra en la siguiente tabla. Además, el intervalo que hay entre una letra y otras se subdivide en 10 partes que va desde el número 0 hasta el 9.
O - - - - - - - - - - B - - - - - - - - - - A - - - - - - - - - - F - - - - - - - - - - G - - - - - - - - - - K - - - - - - - - - - M
Por ejemplo, una estrella puede ser clasificada como F5, lo que significa que está en medio camino de F0 y de G0. La F es una estrella amarilla pálida con una temperatura media de entre 6.000ºC y 7.500ºC. El Sol es una estrella tipo G2 (estrella amarilla con una temperatura de entre 5.000ºC y 6.000ºC). En efecto, las clases espectrales que se muestran en la tabla están estrechamente relacionadas con el propio color de las estrellas.
Las estrellas más calientes se encuentran en la categoría O5 (temperatura superficial de 50.000ºC) y las estrellas más "frías" se encuentra en la categoría M8 con temperaturas de menos de 2.500ºC.
Clase de luminosidad
Si bien el espectro es un recurso imprescindible, es impreciso para detectar diversas características físicas de las estrellas. En otras palabras, hay estrellas dentro de la misma categoría espectral y color pero con distintos diámetros o luminosidades (estas dos variables están estrechamente correlacionadas). ¿Por qué? porque dependerá de la etapa de su vida en la que estén las estrellas.
Así, se propuso otra clasificación complementaria a la anterior en función de sus luminosidad. Para ello se usaron los números romanos:
- 0 - Estrella hipergigante
- I - Estrella supergigante
- II - Estrella gigante luminosa
- V - Estrella enana de la secuencia principal
- VII - Estrella enana blanca
De esta forma, una estrella queda perfectamente clasificada por estos dos parámetros. Por ejemplo, la estrella más cercana que tenemos es el Sol y es G2V, lo que quiere decir que es de clase espectral G2 (amarilla) y de clase de luminosidad V (estrella enana de la secuencia principal).
Jacob Sierra Díaz y Altair
Sección de Ciencias del Universo