Pocas son las veces en las que se tiene la oportunidad de ver algo parecido a lo de la foto de arriba. En este caso, se trató de los restos de un cohete de la Agencia Espacial China (CNSA) denominado CZ-2F. Este evento ocurrió en la madrugada del 21 de junio (de 2022) sobre el Océano Pacífico y el Mar Mediterráneo.
Según declaró la propia CNSA todo salió como estaba planeado (y calculado) y bajo ningún concepto supuso un riesgo real para la población. Pero, ¿por qué ayer? El pasado 5 de junio partió al espacio una misión espacial tripulada llamada Shenzhou 14 (que significa Barco Divido 14). La misión espacial consistía en transportar a tres astronautas al único módulo que está orbitando la Tierra de la nueva estación espacial china llamada Tiangong, precisamente para que continuasen con las siguientes fases de construcción de la estación.
Lo que pudimos contemplar en regiones como las Islas Canarias, Andalucía e incluso Madrid fue la reentrada en la atmósfera de una de las partes del cohete Chang Zheng 2F (abreviado como CZ-2F). Por supuesto, en contacto con la atmósfera, esta parte se desintegró en pequeñas y grandes bolas de fuego que acabaron hundiéndose en el Mar Mediterráneo a 100 kilómetros de las playas de Murcia.
Fuera de la anécdota, se trata de un proceso rutinario de eliminación de módulos de los cohetes que deben llegar a la superficie de la Tierra (en lugares donde no haya nadie) con el fin de evitar que haya chatarra espacial flotando por la atmósfera. Por supuesto, para hacer estos cálculos se toman muchos datos estadísticos y comprobaciones antes de proceder al lanzamiento del cohete.
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